Una demostración de cómo funciona la Meditación Cuántica
Hace unos ocho meses adoptamos dos cachorras de mastín de unos cinco meses de edad. Las dos estaban en casa de acogida, una de ellas rescatada de una perrera en la que la iban a sacrificar y la otra sacada de una barriada en la que deambulaba llena de parásitos y desnutrida.
Cada una de ellas tiene su propia personalidad y entre ellas son altamente diferenciadas, podemos decir que son el día y la noche. Kira es muy activa, bastante bruta, musculosa y atlética, alegre, con mucha energía, muy sociable y simpática. Duna es suave y tierna, tímida, alegre, sociable pero respetando la distancia, un poco miedosa y bastante independiente. Lo que más destaca en Kira es su energía y su espíritu aventurero y en Duna su dulzura y sensibilidad...la verdad es que esta perrita parece un peluche.
Duna es más pequeña, pero Kira tiene sus 50 kilos y un porte imponente que a veces causa miedo a las personas con las que nos cruzamos. Sobre todo porque ha desarrollado la curiosa costumbre de ladrar para jugar y para que la acaricien. Así que si nos cruzamos con alguien, con perro o sin él, ella forcejea para acercarse y si no la dejamos, tironea con fuerza para abalanzarse mientras que ladra, todo para terminar a los pies de cualquiera entregando la barriga a las caricias y moviendo la cola, o saltando alrededor del perro con ademanes de invitar a jugar. Pero claro, ni aunque lo jures la gente se creo que esa actitud inicial solo es su forma de pedir mimos y juego y que en la perra no hay ni gota de agresividad.
Así que ante lo incómodo de la situación, decidimos contratar a un educador canino. Y mientras que llegaba el día de nuestro primer paseo juntos, en el que nos iba a hacer una evaluación de lo que hacía falta trabajar, yo, para ir adelantando y como quien no quiere la cosa, dediqué unos minutos a hacer Meditación Cuántica para resolver el problema.
Llegó el día tan esperado y durante el paseo que duró una hora y media fuimos buscando el conflicto, nos adentramos en todas las zonas donde podíamos encontrar alguno de esos estímulos ante los que Kira reaccionaba de la forma que queríamos corregir. Bueno pues nada de nada, nos cruzamos con perros sueltos que aparecían corriendo y por sorpresa, con bicis, personas mayores con un palo (otro de sus desencadenantes principales), perros atados que le ladraban...y ella todo el tiempo se mantenía en absoluta calma como si nada de eso existiera, como si fuera otra perra o como si supiera que la estaban evaluando y quisiera sacar un 10 en el examen.
La cosa es que el educador tras hora y media de observación dijo que no podía decirme nada que hubiese que trabajar y yo le tuve que reconocer que su comportamiento me había sorprendido incluso a mí, porque se habían presentado una gran variedad de oportunidades para que Kira reaccionase y no lo había hecho ni una sola vez.
Lo que yo no le dije al educador es que yo con anterioridad había estado haciendo mi trabajo en meditación. Daba toda la impresión que la situación, gracias a eso, había cambiado de forma natural como si nunca antes hubiese existido ningún problema.
Y este es el efecto que tiene la Meditación Cuántica, que al enfocarnos en otra realidad absolutamente diferente, la anterior no es que cambie o mejore en algunos de sus componentes, si no que desaparece completamente para dar pie a otra cosa absolutamente diferente y siempre en armonía. Porque en realidad lo que se obtiene es la mejor opción en cada situación, alineada con la Verdad del Ser, de que en el Ser, todo es Perfecto.